Descarga (gratis) mi primer libro

Letras para quemar

Este libro es una antología de algunos textos que he hecho a lo largo del año, así como algunos otros un poco más antiguos que tenía por ahí. Aparte de los textos ya vistos, quise añadir algunas sorpresas: Hay textos inéditos en cada una de las categorías, y una brevísima explicación sobre lo que es Enroque largo, aunque me gustaría dedicar una entrada completa para cubrir eso, más adelante.

El libro consta de:

13 Haikus (3 inéditos)
16 Microrrelatos (3 inéditos)
7 Cuentos cortos (2 inéditos)
Prólogo de Enroque largo (parte I a IX)

Les deseo felices fiestas y mucho éxito para el año que viene. Y a los que descarguen mi libro, muchas gracias y espero que lo disfruten 🙂

Deseo cumplido

Yo solía ser un escritor más del montón, y pensándolo bien, lo mejor hubiera sido permanecer así, mediocre pero auténtico. Hoy soy muy famoso y todos leen lo que escribo, pero no conocen mi secreto: Una tarde de un invierno lejano acudí a esa tienda de nefasto olor que mencionó una tarotista. Allí un viejo de rostro afilado, escondido tras un mostrador lleno de la más exótica parafernalia, me mostró un papiro con jeroglíficos y me convenció de que llegásemos a un acuerdo.

Nunca debí haber aceptado ese pacto. Desde entonces, puedo meterme en la mente de las personas y robarles sus ideas, pero a cambio de ello, soy incapaz de tener ideas propias. Demás está decir que la tienda, así como la tarotista, desaparecieron sin dejar rastro. ¿Y ahora quién me devolverá mi humanidad? Mi mente es una cáscara vacía en cuyas paredes resuena el eco del arrepentimiento.

Las máquinas

La máquina de escribir se encorva encima del humano y empieza a escribirlo. El humano en blanco no le intimida y lo ataca sin compasión, cual fiera jugando con su presa moribunda. En poco tiempo entiende que este humano es una intrigante novela, llena de nostalgia, malvados personajes y emociones incomprensibles. Los tipos martillean con voracidad sobre su piel, tatuándola con historias tan enrevesadas que ni la máquina misma entiende muy bien hacia dónde va su creación. Pero no es algo que importe, y no se escribe al humano pensando en que otras máquinas de escribir vayan a leerlo. Lo interesante del asunto es que este libro humano se relacionará con otros. Habrán muchos que lo ignorarán por completo, y algunos, para bien o para mal, se hundirán sin remedio entre sus páginas.

El bucle

Tengo la sensación de haber estado en otro lugar antes de esto. Solo sé que todo se apagó y cuando volví a abrir mis ojos, me hallé en uno de estos pasillos que parecen infinitos. Se divisan varios niveles hacia arriba y hacia abajo. Se pierden en la oscuridad. Y que curioso que no hayan velas ni luminarias, porque puedo ver como si una lámpara tuviera. A un costado, negrura inmensa, un abismo el cual quema como un sol mirar. Me aparto de las barandas y sigo caminando. Del lado opuesto, estanterías repletas de libros, de piso a techo. Yo sigo caminando, caminé y caminaré. No lo sé. Solo se puede avanzar o retroceder, pero lo mismo parece tan distinto. Lo recto parece tan confuso y enredado. Estoy perdido.

Encontré un alma leyendo libros y dialogamos. Le pregunté cuántos libros había leído. Me dijo que no sabía y me llamó humano. Le pregunté qué era un humano y por qué me llamaba de tal forma.

—A los humanos les gusta contar y hacer preguntas. Si pudieran, contarían el vacío y le harían preguntas a las estrellas.

—¿Estrellas?

—Las verás a tu izquierda, si miras lo suficientemente lejos.

Solo vi penumbra.

—No veo nada.

—Lo que ves es tu miedo. Más allá de tu temor están las estrellas.

Me concentré pero solo vi tinieblas.

—No comprendo.

—Tendrás que saltar.

—¿Al abismo? ¡De ninguna manera!

—Que humano más humano.

Dijo esto y saltó. La oscuridad lo engulló y de pronto fue como si nunca hubiese estado ahí.

Yo sigo caminando, caminé y caminaré. No lo sé. Tengo la sensación de haber estado en otro lugar antes de esto. Solo sé que todo se apagó y cuando volví a abrir mis ojos…

Los tiempos

En el parque una chica de veintipico años mira embobada a su pareja, le da un abrazo y le dice que pasa muy rápido el tiempo. Sentado a pocos metros, un anciano ve la escena. Saca de su billetera una vieja fotografía y le dice, lleno de nostalgia, que la chica tiene razón.

La hora del pez gordo

Cayó la noche y los dos mafiosos se juntaron en el lugar acordado. Tenían sendas estrategias para resolver el conflicto. Uno de ellos escondió una grabadora en el bolsillo de su abrigo y rezó para que todo saliera de acuerdo a lo planeado. Era la única oportunidad que tenía para salvar a el Don.

Un par de horas después, la grabación fue escuchada por la mano derecha del jefe. Éste pensó que, en efecto, estaba ante un pedazo de evidencia irrefutable. En la cinta quedaba clara la confesión de traición, he incluso se podían escuchar los disparos que abatieron al portador de la grabadora, disparos del arma que ahora yacía mansa en su escritorio.

Enroque largo VI

15 de mayo

En ocasiones siento que las historias se tejen a sí mismas, que la intervención de sus actores no es más que la maniobra premeditada sobre un telar. Podía pasar horas viéndola dibujando ojos y sentía que era algo del destino, que más temprano que tarde, cada trazo hecho en el papel terminaría reflejado en su pupila y luego en la mía. Esos hilos que me arrastraron con ella, me enseñaron cosas. Aprendí con mucho dolor que a veces, la imagen mental que tenemos de alguien dista mucho de lo que realmente es. Todos jugamos a lo mismo. Creemos saber bien las reglas, pero cuando perdemos, miramos en torno y decimos que alguien nos hizo trampa. Tampoco indagamos en el asunto, no es placentero descubrir que nuestra percepción es un cadalso, y la justificación que damos, a menudo termina siendo nuestro reflejo en el filo de la guillotina.

Decisión ligera

Nunca lo volví a ver. Lo último que supe fue que compró una aguja para coser en el bazar de la esquina. Supongo que una aguja era todo lo que necesitaba. El pobre tenía depresión y algunos incluso vieron su primer intento: Una semana antes se había lanzado desde la azotea del edificio en el que vivía, y los testigos afirmaron haberlo visto flotando como un globo.

Macabro amor

Aquella pareja era una molestia para los guardias. Al caer la noche se colaban a escondidas en el cementerio y le contaban chistes a las tumbas. Solo dos carcajadas eran escuchadas, la de él y la de ella. No se le podía exigir más a un público tan frío.

Lluvia

Lienzo de invierno

Todos nos hemos empapado alguna vez por las razones equivocadas. También hay buenas formas de empaparse. Puede haber delicia en el acto, puede haber nostalgia. Salí sin chaleco a la calle, sin cortavientos, sin paraguas. Me gustaría decir que sin tristeza, pero desde que lo vi por la ventana a ese callejero, sentí yo mismo un terrible abandono. Cerré la reja tras de mí y caminamos juntos un par de cuadras. Si estuviera en la situación de aquel perro, pensé, yo que soy tan humano, tan odiosamente rencoroso, me sería imposible no empaparme de amargura con esta lluvia. Pero lo vi a ese quiltro anónimo y me conmovió percibirlo así, tan empapado de esperanza.