En ese miserable rincón
tendiste la derrota,
muy ínfima la llama
para tan voraz tiniebla
.
y en las palmas que temblaban
y el brillo de tus pupilas
No hubo quien advirtiera
El reflejo del final
En ese miserable rincón
tendiste la derrota,
muy ínfima la llama
para tan voraz tiniebla
.
y en las palmas que temblaban
y el brillo de tus pupilas
No hubo quien advirtiera
El reflejo del final
Siempre hay una luz, aunque la tiniebla sea inmensa.
Saludos fraternos.
Estoy de acuerdo. Gracias por leer y comentar, Lincol. ¡Saludos!